De cómo el Sahara mantiene vivo al Amazonas.
Posted On by Jesús García Barcala.
Aún estaba yo en pañales cuando se tomó una de las fotografías más icónicas del siglo XX. Fue el 24 de diciembre de 1968 cuando el astronauta William Anders, miembro de la tripulación del Apollo VIII, captó una imagen de nuestro hermoso planeta “amaneciendo” sobre la superficie de la Luna. Un momento histórico, sin duda, para el presente y el futuro de la exploración espacial, pero también un hito en la manera en que los humanos percibimos y entendemos a esta esfera rocosa cubierta de agua a la que llamamos hogar. Todo esto me lleva a una historia sobre el Sahara.
Ver la Tierra tan delicadamente flotando en la inmensidad del espacio, nos hizo comprender su fragilidad y despertó en buena parte de la humanidad la necesidad de protegerla como el único, hasta ahora, planeta habitable que conocemos. No por casualidad, tan sólo un año y medio después, el 22 de abril de 1970, se celebraba en Estados Unidos el primer “Día de la Tierra”, considerado por muchos el despegue del movimiento ecologista.
Tampoco es coincidencia que la tecnología inventada durante la carrera espacial nos ayudase a percatarnos de la compleja interacción entre los múltiples sistemas que forman nuestro medio ambiente, uno de los cuales, he querido reflejar en este artículo.
Amazonas
El río Amazonas y su cuenca selvática es uno de los grandes pulmones de la Tierra y, a pesar de estar muy lejos del liderato en lo que respecta a producción de oxígeno, en manos de la Tundra Siberiana, no hay quien le tosa a la hora de reclamar el título del más célebre. Alrededor de 390 mil millones de árboles esparcidos en 5.500.000 kilómetros cuadrados repartidos en nueve países, llevan a cabo su diaria función fotosintética absorbiendo buena parte del dióxido de carbono de la atmósfera para fabricar su alimento, y de paso, desechar ingentes cantidades del oxígeno sin el cual ni humanos ni otros animales podríamos vivir.
Es indiscutible la importancia del Amazonas como proveedor de vida, y por ello diversas instituciones se esfuerzan por protegerlo, aunque no siempre con éxito. La tala ilegal de árboles es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la selva más grande del mundo y su supervivencia depende mucho de lo que podamos hacer para controlar este cáncer.
Sin embargo, el Amazonas depende aún más de un aliado que para algunos puede resultar inverosímil, y es que no fue hace mucho que los científicos descubrieron que, sin el desierto del Sahara, la cuenca forestal del Amazonas desaparecería irremediablemente.
Nutrientes
Como todas las plantas, los árboles y arbustos que forman la alfombra verde sudamericana, necesitan, además de agua y luz solar, nutrientes minerales que extraen del suelo. Estos, en muchos casos, provienen del sistema de reciclaje natural que aprovecha el material en cuerpos muertos para devolverlos a su función vital. Así, el fósforo, el hierro, el potasio y otros elementos esenciales para el crecimiento de las plantas y el proceso fotosintético, vuelven a la tierra cuando estas mueren y son absorbidas nuevamente por otras, para repetir el proceso, un sistema natural de fertilización.
El problema es que, debido a la fuerza del río, muchos de estos nutrientes son arrancados del subsuelo y arrastrados por las aguas hasta diluirse en el océano, robándole a la selva uno de sus elementos esenciales para la vida. Sin un suministro externo y constante de nutrientes, la selva sudamericana simplemente no podría existir. Entra en escena el Desierto del Sahara.
Sahara
Miles de kilómetros al este de las costas brasileñas, el Lago Chad, en el país del mismo nombre, está rodeado por la llamada Depresión de Bodelé, la cuenca seca de un antiguo y más grande lago, cuyos habitantes (principalmente las conchas de diatomeas), al morir, dejaron sus nutrientes al resguardo de las arenas del desierto. Como habíamos visto anteriormente, dichos minerales actúan como fertilizantes y le vienen muy bien al Amazonas para reponer las pérdidas causadas por la erosión.
Pues bien, hace aproximadamente una década, los científicos descubrieron que, gracias a los vientos, el polvo del Sahara con su carga de nutrientes llega hasta el Amazonas para rellenar los huecos. La primera evidencia llegó desde las imágenes tomadas por satélites.
Claramente se pueden ver cómo se forman nubes de polvo en diversos puntos del Sahara, pero especialmente en la Depresión de Bodelé, debido en gran parte a que hacia el oeste de la depresión se encuentran dos formaciones orográficas, las Montañas Ennedi y las Tibesti, y que entre ellas se crea un túnel natural que concentra la fuerza del viento en ese punto, como podemos ver en la imagen de la NASA.
El polvo es acarreado hasta el atlántico, donde se une a los alisios que terminan por depositar el polvo y sus nutrientes en la cuenca del Amazonas. Además, análisis químicos hechos sobre el polvo, revelaron su contenido del fósforo y hierro necesarios para el crecimiento de las plantas.
El polvo
Todos los días, pero especialmente en invierno y primavera, una media de 0.7 millones de toneladas de polvo son levantadas por los vientos en las cercanías del Lago Chad, aunque sólo un 20% completa el viaje trasatlántico. Aún así, aproximadamente la mitad de los 40 millones de toneladas de polvo que cada año son barridas por los vientos desde el Sahara hasta el Amazonas, provienen de la Depresión de Bodelé. Examinando los niveles actuales de polvo ahí encontrados, los científicos calculan que este fenómeno lleva ocurriendo unos mil años, y hay material para otros mil más.
La “fertilización” del Amazonas desde el desierto del Sahara es un descubrimiento fascinante, y no sólo desde el punto de vista científico, también es un ejemplo de la compleja interacción entre los diversos factores y sistemas que afectan los procesos naturales, maravillas que aún estamos muy lejos de comprender al completo, a pesar de lo cual algunos se atreven a pronosticar catástrofes de proporciones bíblicas basándose más en modelos que en hechos. En todo caso y, como demuestra el ejemplo de las fotos del Apolo VIII, la ciencia y la tecnología avanzan de la mano y debemos hacer lo posible para que esta simbiosis continúe. Es una cuestión de vida o muerte.
Enlaces relacionados: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2010GL043486/abstract;jsessionid=776C16DF84B1973E1970454CE438CF3B.f02t02
Tomado de la Fuente;http://www.cienciahistorica.com/2014/12/29/como-sahara-mantiene-vivo-amazonas/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario