GÉNESIS DE LA INDUSTRIA AZUCARERA EN LA ISLA DE SANTO
DOMINGO.
La génesis de la
industria azucarera en la isla de Santo Domingo está vinculada al agotamiento
del oro, base económica de la isla y a la extinción de la raza aborigen, mano de obra del cato minero a travez de las encomiendas. Desde
el 1515 el oro estaba en crisis y se planteaba la necesidad de que se fomentara
el cultivo de diversos frutos, así como se trajeran campesinos de España. No
hay grande documentaciones acerca de la
extinción en este periodo de la
agricultura pero en todo eso, debió ser
lenta, pues en la epidemia de viruelas
de 1519 quedó reducida la población indígena a menos de 4 mil personas, por lo
que existía mano de obra agrícola en número requerido.
Los españoles que no habían
organizado una empresa estable, desde la
época empezaron a emigrar. El proceso
de abandono de la isla aminoro algo con
la introducción de la industria
azucarera y las prohibiciones de emigración bajo la pena de confiscaciones, pero aun así, la despoblación
blanca continuó. En la isla sólo permanecían
los representantes de la burocracia
colonial, los que tenían alguna actividad provechosa y los que no tenían dinero ni medio para emigrar.
La explicación de ese proceso hay que encontrarla en la
mentalidad caballeresca y aventura del español medio de ese periodo. Su objetivo en América era la obtención de metales para la transportarlos a España, no la producción organizada.
En ese sentido la explicación del radio
de acción de los conquistadores con el descubrimiento de México y Perú acentuó
la despoblación de la isla. El cambio de actitud se comienza a operare con los
grupos que debieron de permanecer
forzosamente en la isla, tuvieron que
dedicarse a actividades estables.
Gubernamentalmente, la
base para el establecimiento de la industria azucarera la
sientan los padre Jerónimos
cuando ordenan que cada vecino que vaya a instalar un ingenio se le
presten 500 pesos oro y cuando solicitan
formalmente la libertad de entrada de esclavos negros a la isla, petición que tendrá resultado definitivo a partir de la
primera licencia importante, concedida al gobernador de Bresa, quien la traspasó
a comerciantes genoveses.
No podríamos imaginarnos
el rápido crecimiento de la industria azucarera san las grandes riquezas
acumuladas por el coto minero. Es paradójico que se tuviera que apelar al recurso de préstamos y ayuda en indios
inicialmente, pero hay que tener en cuenta varios factores para comprender
mínimamente la dinámica de inversión: los dineros prestados procedían de los quintos de la Corona en la recolección de oro; los ingenios requerían inversiones importantes en negros,
especialistas, máquinas, tierras, ganados, y otras. Por lo que la inversión inicial
debía sobrepasar ampliamente los 500
pesos acordados en préstamos. Para la
formación de la industria azucarera
hubo una interacción de las fortunas que
permanecieron en la isla con la ayuda y estimulo del Estado, factor de despegue
de las actividades. Debemos suponer, y hay
noticias indirectas de ello, que los préstamos fueron reiterados a
determinadas personas. Hasta hoy sólo se sabe que se concedieron 4500 pesos en
1521 a seis personas, según Utrera, y además, antes y después debió haber otros
préstamos.
La Corona española
acordó toda suerte de facilidades a la producción azucarera en
la isla, específicamente a esto contribuyó
cierto espíritu burgués del
Emperador Carlos I, quien dictó leyes protectoras de la producción azucarera y de los señores esclavistas. La más
importantes fue la Cédula de 1529, por media del cual se determinaba
que los ingenios eran bienes no embargables por deudas o hipotecas, tanto sus instalaciones como los negros que
laboraban en ellos.
Igualmente se favorecía el
paso del ingenio a uno de los herederos
mediante obligaciones respecto a los otros herederos, para que la propiedad no
tendiera a dividirse, teniendo casi derechos semejantes el mayordomo. La política
oficial de protección de la industria
del azúcar fue muy importante desde su propia fundación cuando los ingenios en
proyecto recibieron préstamos en muy
buena condiciones por parte de los diversos gobernadores de la época y cesiones
de grandes extensiones de tierra en
forma gratuita, así como la exoneración de impuestos para las maquinarias traídas de
España y otros países, disposiciones
todas que la medida de lo posible
trataron de ser mantenidas por el Emperador durante su reinado.
Según Las Casas dice que
el primer español que hizo azúcar fue Aguilon,
de La Vega, en 1506, pero que su calidad era muy baja pues usó instrumentos
primitivos. Posteriormente el Br. Velosa
en 1516, pera Oviedo el primero fue Velosa, y
da la noticia que antes de
ele varias plantaciones de caña y hacían mieles.
Ya en época de Figueroa
hacia 1520, funcionaban tres ingenios de azúcar y muchos otros se encontraban en construcción. En 1527 trabajaban
plenamente 18 ingenios y 2 trapiches, encontrándose
otros 12 en construcción. Hacia 1546 el cronista Fernández
de Oviedo informa de la existencia
de 20 ingenios y 4 trapiches. Es interesante ver que los datos de Oviedo
confirma la identificación del sector de
los propietarios de ingenios con la alta
burocracia de la colonia. De esa 24
explotaciones azucareras más de la mitad pertenecían altos funcionarios o a descendientes de ellos.
Seguramente los miembros de la aristocracia colonial tenían los ingenios más
grandes, como el del Lic. Alonso de Zuazo, de la Real Audiencia, cuya inversión se acercaba
a los 40,000 pesos según Oviedo.
Tomado de la Fuente;
Roberto Cassa. Historia Social y Económica de la República Dominicana, Tomo I,
pags.65-68, año 1987.
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