Numancia, la ciudad indomable
La conquista de Numancia tuvo lugar en el año 133 a.C. y puso fin a las llamadas Guerras Celtíberas, que enfrentaron a los pueblos hispanos de los territorios del Ebro con el poder de Roma.
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La heroica resistencia protagonizada por sus habitantes, que optaron por el suicidio antes que la esclavitud, la llevó a ser recordada como un extraordinario ejemplo de honor, valor y libertad.
Numancia, la ciudad indomable.
Numancia estaba situada en la localidad de Garray, a unos siete kilómetros al norte de la actual Soria. Era la capital del pueblo celtíbero de los arévacos y disfrutaba de un sistema defensivo natural al elevarse sobre una alta colina escalonada, el llamado Cerro de la Muela. Esa posición estratégica se veía reforzada por el cerco formado por los ríos Duero y Merdancho, las elevaciones del Sistema Ibérico y un conjunto de tierras pantanosas. Contaba también con una poderosa muralla de piedra y tres recintos fortificados construidos en varios niveles.
Precedentes.
El primer intento de conquistar Numancia se produjo en el año 153 a.C, en el contexto de la Segunda Guerra Celtíbera. Tras unos años de relativa tranquilidad, celtíberos, lusitanos y diversos pueblos de la Meseta Central se sublevaron en respuesta a los constantes abusos cometidos por las autoridades romanas. Entre estos focos de rebelión se encontraba Segeda, capital del pueblo de los belos.
A finales de agosto de 153 a.C los romanos avanzaron hacia Numancia y la caballería celtíbera abandonó la ciudad para combatirlos. De repente, las filas romanas se abrieron y dejaron paso a los elefantes de guerra que avanzaban ocultos en la retaguardia. Los celtíberos, cogidos por sorpresa, no tuvieron más remedio que retirarse. Confiando en una segura victoria e ignorando el riesgo que suponía el uso de estos animales en un conflicto armado, Nobilior los hizo cargar contra las murallas de la ciudad.
Pero en mitad del enfrentamiento los elefantes se asustaron e iniciaron una desbandada que les llevó a cargar sin control contra las líneas aliadas. Esto provocó el pánico entre los romanos que rompieron filas y huyeron para no morir aplastados. Los celtíberos no desaprovecharon la oportunidad y se lanzaron en su persecución, haciendo que Nobilior sufriera una vergonzosa derrota.
La toma de Numancia
Los siguientes cónsules no tuvieron mejor suerte en sus intentos de conquistar o debilitar Numancia. La ciudad se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza para Roma por lo que esta decidió enviar a Hispania a su mejor general, Publio Cornelio Escipión Emiliano, el responsable del sitio y la destrucción de Cartago.
Al mando de 30.000 hombres, el cónsul Quinto Fulvio Nobilior se presentó ante las puertas de la ciudad para exigir su rendición. Inferiores en número, los belos solicitaron refugio a los arévacos, que les acogieron tras las murallas de Numancia. Nobilior se dirigió entonces a la capital arévaca y exigió a los sublevados la entrega de sus armas. Tras recibir una rotunda negativa, comenzó los preparativos para el asedio.
Escipión desembarcó en Tarraco en marzo de 134 a.C y después se trasladó a la Carpetania, donde se encontró con ejército de 20.000 hombres en condiciones lamentables. Para recuperar el orden dentro del campamento llevó a cabo importantes reformas como la expulsión de los civiles, la reducción de las raciones de comida y la implantación de un intenso programa de instrucción.
Con su ejército ya listo Escipión se dirigió a Numancia. Sabiendo de la fuerza y habilidad de los guerreros celtíberos, rechazó la posibilidad de realizar un ataque frontal y en su lugar decidió rendir la ciudad por hambre. Para ello ordenó la construcción de un ambicioso cerco de 9 kilómetros de perímetro, formado por siete fuertes unidos entre sí por una muralla de piedra reforzada con torres de madera.
En noviembre de 134 a.C, el cerco estaba terminado y Numancia completamente aislada del exterior. A partir de ese momento la situación en la ciudad se fue haciendo cada vez más complicada. Las provisiones de alimentos se agotaron y la hambruna extrema llevó a los sitiados a caer en el canibalismo. A esto se sumaron los estragos ocasionados por las enfermedades, entre ellas la peste.
Al terminar el invierno los numantinos, ya al límite de sus fuerzas, enviaron una embajada para negociar las condiciones de su rendición. Pero Escipión no mostró clemencia con los sitiados y les exigió la entrega incondicional de las armas, la mayor deshonra que podían sufrir, ya que simbolizaba la pérdida de su libertad.
Dispuestos a morir antes que entregar la ciudad, los numantinos procedieron a la completa destrucción de Numancia. Después se sirvieron del fuego, el veneno y las armas para suicidarse y evitar ser apresados por los romanos. Cuando ya no quedó nada más que defender, aquellos que no tuvieron valor para quitarse la vida abrieron las puertas al ejército enemigo.
Los romanos fueron entonces conscientes de los horrores que los sitiados habían afrontado durante los once meses de asedio. Los supervivientes se encontraban en unas condiciones terribles. Estaban sucios, esqueléticos, de sus ropas solo quedaban jirones. Pese a su maltrecho estado, lo que más les sorprendió fue el odio y el dolor que aún reflejaban sus miradas. Según Apiano:
“todavía se veía en ellos la expresión de la cólera, del dolor, del esfuerzo y la conciencia de haberse devorado mutuamente.”
Tras veinte años de constantes enfrentamientos, Numancia finalmente cayó. Escipión eligió a 50 de los supervivientes para exhibirlos en el desfile triunfal celebrado a su regreso a Roma. Los demás fueron vendidos como esclavos. Su victoria le permitió recibir el título de “Numantino” y ser recordado, según recoge el historiador Valerio Máximo, como el hombre que:
“barrió de la faz de la tierra a las dos ciudades que más amenazaban el poderío de Roma.”
Autora: Carolina Álvarez Díaz para revistadehistoria.es
Bibliografía:
– Arrizabalaga, M., y Muñoz, R., Numancia, una gesta del pasado con Futuro, ABC Cultura (12/05/2017)
– AA.VV., REVISTA DESPERTA FERRO. ANTIGUA Y MEDIEVAL, NUMANCIA, Nº41, Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2017.
- García. E., Roma y la Celtiberia hasta la Paz de Graco.
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- Quesada, F., La Segunda Guerra Celtibérica.
- Lorrio, A.J., La panoplia celtibérica entre los siglos V y II a.C.
- Sopeña, G., Los celtíberos y la ética agonística.
- Jimeno, A., Numancia y su entorno.
- Sánchez, E., La Guerra Numantina. Resistencia, acoso y derribo de una ciudad.
-AA.VV., HISTORIA DE ESPAÑA. TOMO 1, Barcelona, Salvat, 1984.
– MONGE, J.A., Numancia. La derrota de los celtíberos ante Escipión, REVISTA NATIONAL GEOGRAPHIC. HISTORIA. Nº96, 2012.
– TREVIÑO. R., Hispania en guerra, Barcelona, OSPREY PUBLISHING, 2011.
– VILLATORO, M.P., La batalla en la que el ejército de Numancia aplastó a los temibles elefantes de las legiones romanas, ABC HISTORIA, (30/11/17)
Parte de portada: By Franciscojhh – Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=56495256
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