Escrito por: Lorena Pérez
Al norte del macizo del Annapurna, en la frontera entre Nepal y Tíbet, encontramos el Reino perdido de Mustang, una región que según palabras del propio Dalai Lama es uno de los únicos lugares del mundo en los que, gracias a su situación de aislamiento, se puede encontrar aún la auténtica cultura tibetana.
Desde su fundación en 1380 el Reino de Mustang ha permanecido encerrado en sí mismo, lo que ha permitido que se conserve intacto su estilo de vida tradicional. No fue hasta 1964 cuando el primer occidental obtuvo el permiso especial del gobierno de Nepal para poder visitar y documentar este reino. Hoy en día acceder a esta región sigue siendo todo un privilegio al que pocos extranjeros tienen acceso, y sólo unas mil personas al año consiguen los permisos necesarios para poder disfrutar del Reino de Mustang.
Aunque toda su población es de origen tibetano y durante mucho tiempo fue un territorio independiente y soberano, actualmente el Reino de Mustang pertenece a Nepal. La anómala situación en la que se ha encontrado siempre este territorio hizo que, aun siendo su monarquía tibetana, sus monarcas siempre fueron vasallos del Tíbet y de Nepal al mismo tiempo. Y es que ninguno de estos dos países querían desprenderse de un lugar tan importante como Mustang, pues gracias a su estratégica situación de paso entre montañas fue durante siglos una de las zonas más importantes de la “Ruta de la Sal” y paso obligado para todas las caravanas cargadas de sal y carne que se dirigían a la India y Nepal. No fue hasta el año 2008 cuando el gobierno de Nepal abolió la monarquía en el Reino de Mustang y se produjo la adhesión a su territorio.
© Jeanne Menj
La ubicación entre altísimas montañas ha propiciado que Mustang disfrute de un microclima en el que prácticamente nunca llueve, por ello todo el reino se ha convertido en un inmenso desierto a más de 4.000 metros de altitud. En este árido terreno merece la pena visitar la ciudad amurallada de Lo Manthang, antigua capital del reino, que actualmente cuenta con apenas 200 casas de blancas fachadas y unos mil habitantes. En ella se puede visitar numerosos monasterios del siglo XVI construidos en piedra roja, pasear por sus estrechas callejuelas y contemplar infinidad de tesoros centenarios como pinturas, tankas, pagodas y gigantescas estatuas de deidades entre las que no puede faltar una de las representaciones más grandes de Buda de todo Nepal, con sus más de 15 metros de altura.
© Jeanne Menj
Desde esta ciudad parten muchos de los trekking más interesantes de la zona que llevan a conocer algunas de las 30 villas menores que, junto a la capital, componen el Reino de Mustang. Entre todas ellas destacan como las más curiosas y pintorescas las aldeas de Tukuche, centro de la ruta Trans-himalaya con varios coloridos templos budistas, y Marpha, con un interesante sistema de drenaje medieval construido bajo sus calles. También resulta imprescindible visitar otras interesantes localidades como la ciudad de Jomsom, capital administrativa y turística del reino donde se encuentra el aeropuerto y se puede disfrutar de tiendas y restaurantes. Y por supuesto la aldea de Muktinath, que gracias a su multitud de templos es considerada el centro espiritual de todo el reino.
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