Crónicas de los 12 Años: En 1974 fue moda correr desnudo por las calles desafiando autoridades
15 de febrero de 2016 - 9:00 am - 6
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La situación que parecía irse de las manos de las autoridades, hizo que la Policía alertara de que serían apresados y sometidos a la justicia todos los que de esa manera atentaran contra la moral pública, y provocó que las autoridades acusaran a un corresponsal del periódico La Noticia de incentivar la llamativa practica en la avenida del malecón de San Pedro de Macorís, para supuestamente publicarlo en el periódico, pero fue negado por el medio informativo.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Recientemente un tal Carlos Montesquieu, en afán para promover lo que viene haciendo en las redes sociales y ganarse algún dinero, corrió semidesnudo por el terreno del Estadio Quisqueya en momento que se desarrollaba el campeonato de beisbol correspondiente a la Serie del Caribe.
Cubriendo su parte “intima” con unos pantaloncillos y a su espalda, en imitación de capa la bandera nacional, su acción recibió duras críticas por los que entendieron se irrespetó el más importante símbolo patrio. Las razones: aprovechar un evento ampliamente difundido a nivel nacional e internacional para promover su persona.
Este hecho hace recordar el año de 1974, cuando en el segundo período de gobierno del doctor Joaquín Balaguer algunos jóvenes se atrevieron a correr por las calles y en sitios públicos completamente desnudos “como Dios los trajo al mundo”, en el interés de acogerse a modas que eran noticias tanto en Europa como en los Estados Unidos; pero las motivaciones de los norteamericanos eran otras tal vez muy diferentes a las del reducido grupo de jóvenes dominicanos que se atrevieron a imitarlos: unos signados posiblemente por la cultura, los otros por el afán de copiar y de estar a la moda.
El pueblo dominicano ha construido su identidad en prolongado proceso marcado por la incidencia de los cambios económicos, tecnológicos, históricos, culturales, invasiones, migratorios, y el contacto fronterizo, principalmente. Muchas de nuestras prácticas cotidianas guardan relación con modos y medios culturales y son percibidos como algo natural, no así cuando hablamos de las que siendo de otras culturas, terminamos copiando y practicándolas durante una breve temporada. En ese caso estamos hablando de modas que desaparecen furtivamente de la misma manera en que aparecieron: véase por ejemplo los pantalones campanas, el uso de la minifalda, el peinado a estilo afro y otras no menos llamativas formas de presentarse en público.
Lo que aconteció en los primeros meses de 1974, fue un brote repentino en que una reducida cantidad de jóvenes dominicanos se acogieron a ejemplos copiados de sociedades muy diferentes a la nuestra, cuando mozalbetes aparecieron en sitios públicos sin la ropa necesaria para tapar la desnudez, reproduciendo lo que acontecía en Europa, pero en especial en los Estados Unidos de América.
En la nación norteamericana se recuerda como en 1974, en la entrega del Oscar, “un hombre corrió desnudo sobre el escenario mientras llevaba un cartel con el símbolo de la paz” típico del movimiento hippie y de las protestas contra la guerra en esos años.
Al otro día, en vez de hablarse de las estrellas del show presentado para la ocasión, el tema fue lo acontecido sobre el escenario preparado para la premiación. Algo parecido hizo un fanático en un juego del Super Bowl en el estadio de Houston, mientras que estudiantes universitarios corrían por los parques deportivos “encuerecitos en pelotas”. Eran los tiempos en que irrumpía la famosa libertad sexual y las protestas contra la guerra de Vietnam, en una sociedad que se abría en contraposición con la moral religiosa de la época.
En República Dominicana, aunque tal vez se quiso relacionar el salir en público totalmente desnudo con algunas formas de protestas políticas, las razones fueron puramente de “modas”, en un momento en que la “cultura hippie” comenzaba a ser imitada por reducidos grupos de jóvenes.
Así quedó registrado por el periodista Luis Encarnación Pimentel en el periódico El Nacional, en una crónica que trajo como subtitulo: “Lo que está de moda no incomoda!” y en la que se deja establecido que el “desnudismo” tenía sus raíces en lo que pasaba en los Estados Unidos, y que esa imitación era una forma de estar “en algo”. Se destaca que fuera un español, Alejandro Landrón, el que primero corrió por la calle “como Dios lo echó al mundo”, al parecer afectado por una situación familiar, migratoria y de embriaguez; apresado de inmediato por la policía y deportado a su país natal. Aquel hecho aislado pero sumado a las noticias que llegaban desde el exterior, convocó a imitadores de la capital, San Pedro de Macorís, Higuey y Santiago de los Caballeros.
Por ejemplo, la prensa nacional trajo las noticias de que en esas ciudades jóvenes se paseaban en “completamente desnudo frente al santuario de la Virgen de la Altagracia” de Higuey y en la Iglesia San Dionisio, contando con la complicidad de algunos que hacían vigilia “para detectar la presencia de agentes policiales”, mientras que en Santiago se informaba que allí estaba de moda el nudismo, pudiéndose ver en horas de la noche a un joven caminar por la calle desnudo, “sin importarle nada”.
La situación que parecía irse de las manos de las autoridades, hizo que la Policía alertara de que serían apresados y sometidos a la justicia todos los que de esa manera atentaran contra la moral pública, y provocó que las autoridades acusaran a un corresponsal del periódico La Noticia de incentivar la llamativa practica en la avenida del malecón de San Pedro de Macorís, para supuestamente publicarlo en el periódico, pero fue negado por el medio informativo.
En cuanto a la reacción de la sociedad, dice Joseph Cáceres en una nota que circuló en esos días, se reclamaba “castigo para los nudistas”, y repudiaba a los “encuerudos”, por ser contrarios a la moral y las buenas costumbres. En esa crónica aparece el elemento “protesta” como posible causa de la moda, pues en ella se dice que uno de los entrevistados aclamó: el “que desee protestar que se vaya a la loma con una ametralladora” y aunque algunos favorecieron que también se desnudaran las mujeres, se entendía que aquello era una práctica de “vagabundos”, “perros” y “sinvergüenzas”.
Como se ve, el acto nudista de Carlos Montesquieu, ni pretendía imponer modas que ya han quedado desfasadas en el tiempo y menos promover la protesta a través de las redes sociales. Su actuación solo fue un recurso para darse a conocer y tal vez ganarse algunos dólares para comprar los pantalones y las camisas que de seguro tendrá que comprar cuando vuelva a interrumpir un acto público con el deseo de “robarse el show” del momento, utilizando los símbolos patrios.
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