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domingo, 13 de diciembre de 2015

Historia de la mecedora dominicana de John F. Kennedy./ Historia Dominicana en Gráficas

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Historia de la mecedora dominicana de John F. Kennedy.
El Presidente John F. Kennedy fue sin lugar a dudas uno de los líderes políticos más admirados en toda la historia de los Estados Unidos, no solo por ser el primer presidente católico y uno de los más jóvenes de ese país, sino también por su lucha a favor de los derechos civiles de todos los ciudadanos. Sin embargo, el joven presidente sufría de dolores de espalda crónicos a raíz de una lesión que sostuvo durante su servicio militar en la Segunda Guerra Mundial. Para ayudar aliviar su dolor, el gobierno dominicano decidió obsequiarle una mecedora en 1962, un año antes de su asesinato en Dallas.
La elegante mecedora fue presentada a Kennedy el día 4 de abril de ese año en su despacho de la Casa Blanca por el entonces canciller dominicano Dr. José Bonilla Atiles, en representación del Consejo de Estado dirigido por el Presidente Rafael Bonelly. Según la nota emitida por la agencia noticiosa Prensa Unida Internacional para dar detalles del obsequio, el mueble fue tallado a mano usando caoba centenaria tomada del Alcázar de Don Diego Colon en Santo Domingo y su diseño incluía los escudos de ambas naciones en su espaldar.
El fino mueble fue obra de Pascual Palacios, un español quien se radicó en Santo Domingo en 1927 y se convertiría en el ebanista oficial del gobierno dominicano durante la Era de Trujillo, ya que el dictador era un gran admirador de sus obras en maderas preciosas. A Palacios se le reconoce como la persona que introdujo al país el diseño de las mecedoras que aun forman parte del mobiliario tradicional dominicano.

Kennedy empezó a usar las mecedoras a partir de 1955 por recomendación de una fisiatra, y mantenía mecedoras en diferentes lugares de la Casa Blanca, al igual que en sus mansiones de Massachusetts y la Florida. Las mecedoras también formaban parte del mobiliario del jet presidencial. Sin embargo, la mecedora dominicana no parece haber sido utilizada luego del día de su entrega, ya que no aparece en las numerosas fotos del presidente tomadas por el fotógrafo oficial de la Casa Blanca en esa época, Cecil W. Stoughton. De haber sido utilizada, hubiera aparecido en alguna imagen ya que Stoughton a diario tomaba fotos del presidente y su familia en cualquier lugar que se encontraran.
La visita del Presidente Juan Bosch a la Casa Blanca el día 10 de enero de 1963, a menos de un mes de su elección y a menos de un año de la entrega de la mecedora, hubiera sido una buena oportunidad para hacer uso del mueble como halago al jefe de estado visitante. Sin embargo, en las fotos tomadas en la Casa Blanca del Presidente Bosch conversando con el Presidente Kennedy, el jefe de estado estadounidense se ve sentado en una mecedora diferente, probablemente confeccionada en Estados Unidos, aunque con un diseño generalmente parecido a la dominicana pero de un corte mucho más sencillo.
Probablemente entre las personas que valoraron la presencia de la mecedora en la Casa Blanca estuvo Providencia Paredes, la petromacorisana que trabajó como asistente personal de Jacqueline Kennedy durante su tiempo como Primera Dama, pasando luego a trabajar brevemente para la familia del Senador Edward Kennedy, hermano del difunto mandatorio. Paredes, quien mantuvo una relación muy cercana con la familia Kennedy, falleció apenas en marzo pasado. De seguro que Provi, como era conocida, en alguna ocasión admiró la mecedora que le traería recuerdos de su tierra natal durante esos días en Washington.
La mecedora dominicana dio lugar a una gran mitología, ya que algunos aseguraban erróneamente de que la misma le había sido entregada a Kennedy por Bosch, mientras otros decían que le había sido entregada al mandatario estadounidense por el embajador, y no el canciller, dominicano. Esto a pesar de que la entrega fue noticia de portada en la prensa dominicana, con todo y fotos, a raíz de la nota de la agencia noticiosa. Luego del asesinato del Presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963, se perdió el rastro de la famosa mecedora dominicana hasta que el mueble resurgió en 2001 en medio de una controversia.
La mecedora sorpresivamente había pasado a manos de Mary Barelli Gallagher, quien trabajó con la familia Kennedy durante muchos años, primero como asistente de John Kennedy durante sus años en el senado y luego como secretaria de la Primera Dama Jacqueline Kennedy durante la presidencia de su esposo. Según su nueva propietaria, la mecedora y muchos otros efectos personales de la familia Kennedy le habían sido obsequiados por la Primera Dama durante sus sesiones de limpieza en la mansión presidencial y, en el caso de algunos objetos, ella se los había llevado de la Casa Blanca al verlos abandonados allí cuando la familia se mudó del lugar luego del magnicidio.
La controversia surgió ya que Barelli decidió vender muchos de los objetos, incluyendo la mecedora dominicana, lo que le ganó grandes críticas de parte de quienes consideraban que la ex-empleada se lucraba en base a objetos que talvez no le pertenecían de manera legítima. Barelli, sin embargo, aducía que de no haber rescatado y conservado ella los objetos, muchos de los mismos se hubieran perdido y no quedarían como documentos históricos de la presidencia de Kennedy. Sus aliados alegaban además que Caroline y John F. Kennedy Jr., hijos del difunto presidente y de la Primera Dama, quien había fallecido en 1994, subastaron muchos objetos personales a través de la casa Sotheby’s de Nueva York en 1996, generando ganancias de más de 34 millones de dólares.
Barelli contrató los servicios de la casa de subastas Sloan’s de Washington y se organizó una subasta llevada a cabo por internet el día 25 de junio de 2001. Se estimaba que la subasta generaría un total de 80,000 dólares por todos los objetos, incluyendo la mecedora, pero el interés de los compradores por algunos objetos de particular importancia llevó las ganancias a más de 177,000 dólares.
La mecedora dominicana fue vendida en 10,450 dólares. Lamentablemente, y como es muchas veces costumbre en estas subastas, el nombre del comprador no fue dado a conocer. Por ende, se desconoce su paradero actual, aunque de seguro está siendo cuidada por alguien que pagó mucho dinero por ella al entender su valor tanto artesanal como histórico.
texto: Santiago Fittipaldi
fotos: LIFE

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