Los secretos y los mitos de las mafias italianas, al descubierto
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Según una leyenda italiana, tres caballeros españoles desembarcaron en la isla de Favignan, frente al extremo oriental de Sicilia, en torno al siglo XV. Los tres prófugos -Osso, Mastrosso y Carcagnosse- encontraron en el sur de la península itálica el lugar idóneo para crear la «Honorable Sociedad», un grupo secreto que luchaba contra los abusos de los poderosos y las leyes injustas, pero siempre respetando a los más débiles. Osso fundó la Mafia en Sicilia. Mastrosso escogió Nápoles para crear la Camorra. Y Carcagnosse fundó la‘Ndrangheta en Calabria. Una historia lejos de la realidad, como el investigador John Dickie se propone demostrar en «Historia de la Mafia» (Debate, 2015), donde desarma cualquier resquicio de esa leyenda y del resto de mitos que siguen rodeando a tres de las sociedades criminales más peligrosas del mundo. «Desde su nacimiento, la Mafia ha tenido la necesidad de crear un relato mítico para que la gente no la viera como un grupo de delincuentes comunes, sino como una familia que cuida de los suyos», asegura Dickie durante una entrevista con ABC en un restaurante siciliano de Madrid.
Responsabilizar a tres extranjeros prófugos, de sospechosos apellidos italianos, es tan inocente como pensar que la Cosa Nostra nació como respuesta a las injusticias de los poderosos. La Mafia siciliana surgió así en el siglo XIX como una sociedad de «estilo masónico», organizada contra la frágil autoridad del Estado borbón que reinaba en la isla desde Nápoles. Las actividades delictivas vinieron de la mano.
La política y el crimen
Bajo los Borbones, Nápoles fracasó una y otra vez en su intento de imponer orden entre los sicilianos, pero cuando ellos faltaron fue la Cosa Nostra la que ocupó el espacio vacío. La Mafia terminó entrecruzada con la política a tantos niveles que incluso hoy es difícil separar los hilos. «Es un subproducto de la reunificación de Italia. Aunque desaparecieran de golpe todos los grupos criminales, el caldo de cultivo seguiría allí y daría lugar a nuevos criminales, como está ocurriendo en Roma», advierte Dickie.
Aunque la Camorra nunca ha alcanzado el impacto mediático y el nivel de jerarquización de la Cosa Nostra, su fundación fue anterior a la de los otros grupos italianos. En la zona sur de Italia surgió la Camorra con un fuerte sentido «proletariado» y con un estilo mucho más «histriónico» que las otras sociedades. Los liberales, los masones y en general los perseguidos por el régimen borbónico se aliaron a mediados del siglo XIX en prisión, junto con las bandas de delincuentes comunes con las que compartían celdas, para elevarse como un poder en la sombra. Abonados al oportunismo político, sacaron enormes réditos de la caída del reino y de las crisis sucesivas. Para ello no dudaron en colaborar con anarquistas, republicanos y políticos de todos los colores.
Esta fragmentada cofradía, no en vano, fue eliminada supuestamente en 1922 por el gobierno fascista de Benito Mussolini, que se proclamó como el héroe que había acabado por fin con el crimen organizado. Pero ese es otro mito que, en opinión del historiador escocés, «una parte de Italia quería creer». Las detenciones masivas de mafiosos respondieron a una cuestión propagandística, pero nunca lograron hacerlos desaparecer del todo, ni siquiera durante el tiempo que duró el régimen. La mayoría de los mafiosos detenidos por Mussolini fueron luego liberados en 1932, como parte de un indulto en conmemoración del décimo aniversario de la Marcha de Roma. Aquel operativo fascista pone sobre la mesa la razón de que estos grupos hayan sobrevivido tanto tiempo: «La lucha antimafia se ha visto siempre subordinada a la propaganda. Ha faltado continuidad», explica el historiador.
El auge de la ‘Ndrangheta
Por su parte, la ‘Ndrangheta resulta el más misterioso de los tres grupos, hasta el extremo de que el resto del mundo lo ha conocido de golpe en las últimas décadas. Los italianos, sin embargo, sabían muy bien de su buena salud. «Su historia ha permanecido oculta porque Calabria es una región sin protagonismo político, pero en la actualidad es la mafia más poderosa. Comparten con los sicilianos el secretismo, algo que los napolitanos han dejado un poco de lado», señala Dickie sobre estos «camorristas de pueblo». «Eran proxenetas en su origen, lo que desmonta otro de los grandes mitos: que los mafiosos son hombres de familia», apunta.
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