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Pirro, Rey de Epiro
Pocos años después, en mitad de este caos bélico, nacerá el príncipe Pirro, hijo de Eácidas, rey de Epiro, un territorio independiente ubicado en el noroeste de Grecia. Pirro, emparentado con Alejando por parte de madre y descendiente del legendario Aquiles, se establecerá en el trono a los 23 años de edad. Desde allí aprovecharía inteligentemente la inestabilidad de los reinos vecinos para llevar a cabo intervenciones que aumentaran el territorio del reino. Grecia ya había cumplido su ciclo histórico y estas guerras intestinas daban buena muestra de ello.
La atomización de Grecia, que ya nunca volvería a ser lo que había sido, contrastaba con el auge de Roma, que aún no era más que un reflejo de lo que habría de ser. Roma había pasado el último siglo expandiéndose en todos los frentes a costa de Samnitas, Galos, Umbros, Etruscos y Sabinos y, con ello, dominando a todo el territorio continental de la bota italiana a excepción de las ricas ciudades griegas de la costa meridional, que dominaban el comercio del Adriático desde su privilegiada posición. Tarento era la ciudad más importante de todas las colonias griegas de la Magna Grecia, por lo que no tardaría en ser víctima de la ambición de la aristocracia romana.
En 281 a.C., Roma enviará una flota de guerra a las proximidades de Tarento, un acto que supondrá la transgresión de los tratados pacíficos firmados con la colonia helénica, lo que será respondido militarmente por las autoridades tarentinas, encontrando Roma un pretexto para la guerra. Desesperados, los italotas tarentinos llamarán al prestigioso Pirro para librar su guerra.
En 280 a.n.e, el célebre rey desembarcará a la cabeza de un monstruoso ejército, que reforzará con jóvenes de la Magna Grecia, y que lo llevará a obtener las costosas victorias de Heraclea (280 a.C.) y Ásculo (279 a.C.) por la utilización de los onerosos elefantes contra los romanos, bestias jamás vistas en Italia hasta la fecha.
“Otra victoria como ésta y estamos perdidos” Pirro, tras la batalla de Ásculo
El Senado Romano rechazará entonces firmar la paz con Pirro por considerar una humillación claudicar ante un caudillo armado, por lo que éste, en cuanto se lo permitieron las circunstancias, reactivó la guerra contra los romanos. Sin embargo, la vuelta a las hostilidades no habría de ser tan triunfal como esperaba pues, aprovechando la experiencia de las batallas pasadas, los romanos habían pasado los dos últimos años investigando formas para contrarrestar en el campo de batalla a los elefantes, verdaderos artífices de las victorias de Pirro.
Y así, por última vez, el ejército de Pirro se encontraría con los romanos, y lo haría en los campos de Benevento (275 a.C.), donde los imponentes elefantes de Pirro, habrían de darse la media vuelta y, como poseídos, aplastar inmisericordemente a las fuerzas del rey epirota, cuando los romanos prendieron fuego a unos cerdos chillones y los lanzaron contra el bloque de elefantes, que engendraron un caos en el campo de batalla.
Pirro, uno de los mayores enemigos de Roma y uno de los pocos enemigos que llegó a contemplar las murallas de la ciudad, tras una ausencia de seis largos años de campaña, regreso a Epiro (274 a.C.) junto a sus consumidos ejércitos y a sus casi agotados fondos. Atrás dejaba Roma, una potencia en constante crecimiento que pronto se enfrentaría a Cartago por la hegemonía del Mediterráneo.
“Perdió seis años en estas expediciones, en las que, si en los intereses salió menoscabado, el valor lo conservó invencible en medio de las derrotas (…). Lo que adquiría con sus hazañas lo perdía por nuevas esperanzas, y no sabía salvar lo presente, según convenía, pues codiciaba lo ausente y lo venidero”-Plutarco, sobre Pirro
No había pasado mucho tiempo organizando las vicisitudes de su propio reino cuando volvió a recibir una llamada de auxilio, esta vez de Argos (Esparta), que se encontraba sumida en una sangrienta guerra civil. Pirro, que jamás dudó en responder a las llamadas del destino, se mostró favorable a la intervención.
En cualquier caso, verdad o no, se dice que Pirro murió en combate, como no podía ser de otra manera, pues éste era un rey que se había criado entre soldados, un soldado que soñaba con emular a los grandes héroes, un héroe que con sus hazañas consiguió moldear a su favor la dura materia prima de la que se compone la Historia.
Escipión- Aníbal, para ti, ¿Quién es el mejor general de todos los tiempos?
Aníbal- “Alejandro Magno, Pirro y yo”
Autor: Manuel Ruiz Isac para revistadehistoria.es
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Bibliografía
Plutarco “Pirro y Gaio Mario”, Vidas Paralelas, Biblioteca Virtual Universal, Editorial del cardo
Alvar, Jaime. Domingo Plácido Suárez. Fé Bajo y Julio Mangas “Historia universal”, Editorial Historia 16 pp. 218-469
R.G. Grant “1001 Batallas que cambiaron el curso de la historia”, Ediciones Grijalbo, 2012
Philiph Matyszak “Legionario, el manual (no oficial) del soldado romano”, Editorial Akal
Carlos Fisas “Frases que han hecho historia” Editorial círculo de lectores, pp. 227-229
Plutarco “Pirro y Gaio Mario”, Vidas Paralelas, Biblioteca Virtual Universal, Editorial del cardo
Alvar, Jaime. Domingo Plácido Suárez. Fé Bajo y Julio Mangas “Historia universal”, Editorial Historia 16 pp. 218-469
R.G. Grant “1001 Batallas que cambiaron el curso de la historia”, Ediciones Grijalbo, 2012
Philiph Matyszak “Legionario, el manual (no oficial) del soldado romano”, Editorial Akal
Carlos Fisas “Frases que han hecho historia” Editorial círculo de lectores, pp. 227-229
Filmografía
Histocast “Los enemigos de Roma”, de Mikel Carramiñana y Bikendi Goikouria (Ivoox)
Histocast “Los enemigos de Roma”, de Mikel Carramiñana y Bikendi Goikouria (Ivoox)
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